Violencia, palizas, humillaciones, muertes, terror, sumisión, llanto, pelas, rebeldía; juegos, risas, experiencias, recuerdos, inocencia, son algunos de los elementos que podemos encontrarnos en esta obra de Laila Ripoll.
Conforme avanza la obra, descubrimos que es Tuso (uno de los niños, el único superviviente de esta tragedia) quien está "contándonos" esta historia, pues tras haber pasado varios años de los sucesos (ahora es un hombre de 55 años), todavía guarda en su memoria esas experiencias trágicas y traumáticas a las que desea darle libertad y olvidarse, pero el miedo le puede más que el olvido. El motivo de ese miedo no es otro que la monja, pues conforme vamos avanzando en la lectura, se nos revela que Sor tiró por la ventana a Cucachica (el más pequeño de los niños) y encerró en una habitación a Marqués y Lázaro para que no contasen lo que habían visto. Tuso, en defensa de sus amigos y por odio y venganza hacia la monja, empujó a ésta por las escaleras con tan mala suerte que falleció en el acto. Todos estos fantasmas, sus amigos y la Sor perviven en la memoria de Tuso el cual, por miedo a que la monja vuelva a aparecerse para tomar venganza contra él, y por miedo a que sus amigos y los buenos momentos vividos con ellos en el orfanato cuando jugaban en ese desván desaparezcan, Tuso no desea "abrir esa puerta" que le impide liberarse del trauma vivido en época de guerra, a pesar de la insistencia de sus tres amigos. El final es una incógnita, pues no sabemos si al final, Tuso abrirá esa puerta metafórica o no.
Los niños perdidos pertenece a una trilogía llamada "Trilogía de la Memoria" de esta madrileña junto con Atra Bilis y Santa Perpetua.
Como interés, podéis visitar este enlace donde Alison Guzmán nos habla en un artículo de los personajes de muertos vivientes presentes en obras de Laila Ripoll.
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