Cuando encaramos la lectura de esta obra(*) buscando indicios
de violencia y poder reflejados entre sus diálogos y acotaciones, pronto nos
damos cuenta que son pocas las referencias explícitas a ambos aspectos, aunque
de manera subliminal, los signos de poder religioso, militar, dictatorial,
oligárquico, monetario, etc., así como de violencia física y mental son
innumerables.
Si comenzamos con la violencia, la referencia más clara de
agresión física la encontramos cada vez que el “abusón” de Lázaro impone su
fuerza bruta sobre sus compañeros de ático para conseguir lo que quiere. Esto
queda reflejado en una de las primeras acotaciones de la obra, que dice:
LÁZARO se abalanza sobre MARQUÉS. Pelean. LÁZARO tiene todas
las de ganar ya que es, a todas luces, más fuerte (p.39).
Un par de acotaciones más adelante, se pone de manifiesto de
nuevo la imposición de Lázaro sobre sus compañeros, cuando se nos dice que
mientras MARQUÉS come del plato, LÁZARO le ataca por la espalda y le hunde la
cabeza en el plato (p.40).
Avanzada la historia, en una nueva acotación vemos cómo
Lázaro se impone de nuevo:
LÁZARO se lanza de nuevo a golpear a MARQUÉS, que se
defiende con uñas y dientes, mientras que CUCACHICA no cesa de llamar a su mamá
a voz en cuello […].
Intenta agredir a Cuca casi al final de la obra, como
observamos en la acotación de la página 73:
Se lanza a pegar a CUCA, pero el Tuso se interpone y le
retuerce un brazo.
Sin embargo, su violencia no se limita a sus actos, y a lo
largo de toda la acción encontramos múltiples ejemplos de amenazas verbales
pronunciadas por Lázaro. Estas son algunas de ellas:
-A Marqués: “¡Retíralo o te parto el brazo!” (p.39).
- A Marqués: “¡Como sigas comiendo te parto las patas!”
(p.41).
- A Cuca mientras discuten sobre quién debe ir a comprobar
si Sor ha traído leche y este se niega: “Pues cobras” (p.43).
- A Marqués mientras discuten por compartir la comida:
“Cobras. […] Si quieres la mitad pasa la lengua por la viga y ya veremos. […]
(MARQUÉS Eres un abusón.) Porque puedo […]Y tú, ahora, además de pasar la
lengua por la viga, tienes que darte un puñetazo fuerte donde yo te diga, por
listo” (p.48).
- Amenazando a Sor (Tuso) para que salga del armario: “Como
no salgas te tiro por la ventana toda tu colección de cromos de fútbol” (p.57).
- A Cuca: “Te voy a matar, meón” (p.73).
- A MARQUÉS, durante una discusión: “¡Me estás buscando y te
voy a acabar partiendo la boca!” (p.102).
El personaje de Marqués también hace gala de su violencia en
diversas ocasiones. Así, en la página 46 encontramos la primera amenaza verbal
dirigida a Cuca, cuando le advierte: “Cállate, que te voy a tirar por la
ventana…”. Esta amenaza vuelve a hacerse visible algo más adelante, en la
página 72, cuando Marqués incita a Lázaro para que tire por la ventana a
Cucachica.
El pequeño de la pandilla continúa siendo la diana de sus
burlas y amenazas durante todo el texto, como vemos en el siguiente diálogo:
MARQUÉS Uy que no, son pecado genial. Al infierno vas, igual
que tu madre. Al infierno vas.
CUCA ¡Tuso! ¡Tuso! ¡Mira lo que me está diciendo el Marqués!
¿A que no es verdad, a que es mentira? ¡Tuso! ¡Tusoooooo!
TUSO (Dentro.) ¡Deja en paz al chaval!
MARQUÉS Al infierno vas, al infierno vas, al infierno vas,
al infierno vas, al infierno vas…
Su agresividad se hace acción en las últimas páginas, cuando
Marqués pierde el control y agrede a Cuca:
MARQUÉS ¡La culpa de todo la tiene éste por meón!
Agarra al CUCA por la pechera y lo zarandea, fuera de sí. El pequeño no reacciona, tiene los ojos en blanco y habla como en trance.
Agarra al CUCA por la pechera y lo zarandea, fuera de sí. El pequeño no reacciona, tiene los ojos en blanco y habla como en trance.
CUCA ¡Que me lleva el aire!
MARQUÉS ¡Meón, jodío meón!
Empieza a
dar bofetadas a CUCACHICA sin ningún control […].
En cambio, sus fechorías no siempre se producen de mutuo
propio, y encuentra en su abusón Lázaro un fiel aliado cuando intenta asustar a
Tuso, interpretando una de las canciones típicas de los seguidores de la Falange (pp. 64-66).
Sor, la monja a la que interpreta Tuso en sus “posesiones”
(Como no os calléis ya, me poseo otra vez y os castigo, p.103), ejerce un
papel violento muy importante en el conjunto de la obra. A lo largo del texto
se nos ofrecen, a través de los recuerdos de los niños, diferentes pinceladas
del maltrato físico y psicológico al que sometía a los pequeños cuando estaba
viva. Sin embargo, no es hasta el desenlace de la acción, cuando a través de
dos intervenciones claves (una de Marqués y otra de Tuso) cuando somos
conscientes del acto culmen de la religiosa: asesinó a los tres niños. A Cuca
lo lanzó por la ventana, y a Marqués y Lázaro les propinó una paliza de muerte
cuando intentaron liberar a Cuca y los dejó encerrados en el desván. La primera
recreación de la experiencia, en palabras de Marqués y Lázaro, es
sobrecogedora:
MARQUÉS ¡Por tu culpa, meón de mierda! Por tu culpa me dio
con el bastón en las costillas, y en la cabeza…
[…]
MARQUÉS ...Y mientras me daba con el bastón en las narices
me decía: “Rojo de mierda, hijo de Satanás”… Y yo, venga a sangrar por los
oídos y por la boca, que todo me sabía a sangre…
[…]
LÁZARO (A MARQUÉS.) ¿Qué pasa, que eres el único al que le
reventó los entresijos con el bastón?
MARQUÉS …¡No me des más golpes!, y ella seguía y seguía,
como si estuviera endemoniada… ¡Todo por culpa del cochino ese!
LÁZARO Eres un egoísta y un mierdero, Marqués. Sólo piensas
en tu ombligo. El pobre Cuca estaba desparramado por las baldosas del patio y,
a ver, ¿quién se llevó todos los palos por intentar librarte a ti? Yo, ¿verdad?
Pero eso a ti te importa una cáscara de pipa.
Las primeras líneas en la siguiente intervención de Tuso
sólo hacen confirmar lo que ya hemos averiguado unas palabras más arriba:
TUSO ¡Y yo no quería! ¡Pero cuando vi que empujaba al crío
por la ventana y que se liaba a palos con vosotros con esa saña…! […].
Como nota, podemos subrayar que el trágico final de Cuca a
manos de Sor es un hecho visionario a lo largo del texto, ya que en numerosas
ocasiones, el pequeño expresa su miedo a encontrarse con la monja y que lo
lance por la ventana: “Yo no quiero que me vuelva a tirar por la ventana”
(p.95), o “No, por favor, por favor, que me tira por la ventana” (p.117).
Tuso, como tal, sólo muestra un abismo de violencia que, en
cierto modo, podría considerarse justificada, ya que lo que realmente hace es
amenazar a Marqués para que deje de molestar a Cuca:
TUSO (Dentro.) ¡Como no dejes al crío te parto las
costillas!
Sin embargo, él también cometió un asesinato – aunque no
tenía la intención de que su ‘castigo’ se tornara en tal. En una de sus últimas
intervenciones, narra cómo se las apañó para provocar un accidente (en venganza
por el maltrato de la monja hacia sus amigos) y que Sor cayera por las
escaleras. Sin embargo, como ya se nos ha mencionado antes en la obra, la Hermana termina muriendo a causa de la caída:
TUSO […] ¡Así que até una cuerda de lado a lado de la
escalera y esperé a que bajara! ¡Y cuando llegó a mi altura… la empujé! ¡No se
cayó sola, la tiré yo! ¡Era de ver el golpazo que se dio! ¡Bajaba los escalones
con la cabeza, con la nariz, con los morros!
[…]
TUSO Luego vi que ya no respiraba, así que escondí la cuerda
y fui a quitarle las llaves para sacaros de aquí, pero con el estruendo del
golpe ya habían llegado las otras monjas, que estaban revolucionadas con la
caída del Cucachica […].
De un modo más indirecto, hay diferentes referencias a la
violencia que ejercían las monjas sobre los niños en la época de la Guerra Civil española (momento
histórico en el que se inspira el relato, aunque por la edad actual de Tuso
sabemos que nos hallamos en un período bastante posterior a este conflicto):
los castigos físicos, las amenazas verbales, las privaciones de comida y
bebida, la falta de aseo, el encierro en lugares aislados, la no entrega del
correo que llegaba de sus familias… A lo largo de todas las páginas del libro
encontramos el relato de distintas experiencias, reales o imaginadas (como
cuando Lázaro parodia a Sor Veneno), que nos dan muestra de los ejemplos
anteriormente citados (pp. 45, 59, 69, 86-87).
Por último, de una manera simbólica, la violencia de la Guerra Civil también se refleja
a lo largo y ancho del texto: las voces y sonidos de explosiones y aviones, el
caos que se escucha en determinados momentos de la trama y que hacen enmudecer
y temblar a los niños (pp. 73-74, 91, 100, 112); la experiencia que sufrió
Cucachica mientras era trasladado en un tren hacinado de presos de guerra,
niños en su mayoría, y las penurias que sufrió durante el trayecto (pp. 78-83);
y el grupo de militares que, entonando cánticos del bando Franquista, tiran a Tuso
al río cuando solamente era un crío (pp.77-78).
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(*) Para la elaboración de esta entrada, he usado la edición de KRK, 2010
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